Nuestro organismo, como todo lo que nos rodea, está compuesto de energía que
vibra a un determinado nivel. Constantemente, la energía circula por nuestro
cuerpo, regando nuestras células, tejidos y órganos.
Nuestro organismo es perfecto, está diseñado para la regeneración y
autosanación. Es capaz de generar casi cualquier medicamento y siempre tiende
al equilibrio y al bienestar.
A lo largo de la vida, esta gestión absolutamente perfecta que hace nuestro organismo de la energía y los recursos disponibles para favorecer el bienestar, se ven entorpecidos por una mala gestión personal que puede deberse a varios factores:
A lo largo de la vida, esta gestión absolutamente perfecta que hace nuestro organismo de la energía y los recursos disponibles para favorecer el bienestar, se ven entorpecidos por una mala gestión personal que puede deberse a varios factores:
- Mala alimentación.
- Abusar de la mente con
pensamientos negativos y/o destructivos.
- Poco o inadecuado ejercicio
físico.
- Mala gestión de nuestras
emociones.
- Y una serie de cosas, que todos, conocemos muy bien.
Estos malos hábitos generan grandes desequilibrios energéticos en zonas
específicas del cuerpo, bien por un exceso, bien por una carencia. Sea por
demasía o por privación de energía, nuestros órganos acaban sufriendo y
enfermando.
En situaciones de estrés laboral, ciertos órganos reciben grandes dosis de
energía para poder gestionar mi trabajo. Esta gestión, me permite rendir mejor
y es hasta positiva en cierto sentido, pero toda esta acumulación genera, a la
larga, un desequilibrio que el cuerpo acaba por no poder asimilar, dejando de
hacer aquello para lo que está diseñado “la autosanación”.
Este desequilibrio en el cuerpo emocional, termina repercutiendo en el cuerpo energético y cuando éste se desequilibra es como si bajaran las defensas y acaba repercutiendo en el cuerpo físico.
Este desequilibrio en el cuerpo emocional, termina repercutiendo en el cuerpo energético y cuando éste se desequilibra es como si bajaran las defensas y acaba repercutiendo en el cuerpo físico.
Una buena parábola sería la de comparar al organismo con una olla exprés
que se va llenando día a día. Reiki simbolizaría la válvula que permite la
salida de gas y presión dentro de la olla.
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