Un miembro de la tribu llega con el Elder y le dice:
- No participaré más en el círculo.
- Pero ¿por qué?, preguntó el Elder.
El joven respondió:
- Escucho a la tribu solo hablar mal de otros, nunca se enaltecen o empoderan, Un grupito que vive corrigiendo sin apoyar, personas que durante la danza pareciera que tratan de lucirse en lugar de mirar al árbol y al padre Sol y tantas otras cosas tristes que veo.
El Elder le responde:
- Muy bien, pero antes de irte, quiero que me hagas un favor:
- Toma un cuerno de fúfalo lleno de agua y da cuatro vueltas por el círculo sin derramar una gota de agua en el suelo. Después de eso, los espíritus te va a relegar del altar.
El joven pensó: ¿Muy fácil! Y dio las cuatro vueltas como le pidió el Elder y cuando terminó dijo:
- Listo.
El Elder preguntó:
- Cuando estabas dando vueltas ¿viste algún hermano hablar mal de otro?
La respuesta fue: No.
- ¿Sabes por qué? Porque estabas concentrado para no tirar el agua.
Lo mismo ocurre en nuestro grupo y también en la vida.
Cuando nuestro enfoque esté en nuestros pasos, en nuestro rezo y en nuestra evolución, no tendremos tiempo de ver los errores de los demás.
Quién sale de un círculo culpando a otros, nunca entró a danzar, a sanar, a rezar, a orar por la humanidad.
Quien se fija en los demás nunca entró con el fin de honrar a sus ancestros, nunca entró en su propia evolución, en encontrar en la danza su verdadero espíritu de servir a la comunidad.
Sanen el prejuicio de la opinión de los demás, de fijarse en los demás....
DANCEN
SANEN